A pesar de su difusión casi mundial y de una próspera industria valorada en miles de millones de dólares, la investigación científica sobre el cannabis sigue siendo deficiente en varios aspectos: esto puede deberse en parte a las restricciones actuales, que pueden haber desalentado la investigación sobre el uso del cannabis y, sobre todo, sobre sus efectos sobre humanos. Según la Ley de Sustancias Controladas del Código de los Estados Unidos (USC), el término “marihuana/cannabis” incluye todas las partes de la planta Cannabis Sativa L., incluidas las semillas, la resina y cualquier derivado, extracto o mezcla de los mismos. Sin embargo, el término no incluye tallos maduros, fibras obtenidas de ellos, aceites, mezclas sólidas o cualquier otro derivado obtenido de los tallos. El cannabis contiene cientos de terpenos y cannabinoides, muchos de los cuales aún no están adecuadamente identificados: esta falta de información tiene un impacto notable no sólo en términos de clasificación de las subespecies de la planta, sino también y sobre todo en términos de conocimiento de los efectos. del cannabis y de sus potenciales y numerosos usos terapéuticos.
Hasta la fecha, se han identificado o aislado 565 compuestos naturales en el cannabis sativa, de los cuales más de 150 terpenos y alrededor de 120 cannabinoides: entre estos últimos, los más conocidos y estudiados son el tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD). El THC es el cannabinoide responsable del efecto narcótico del cannabis, mientras que el CBD ha sido y sigue siendo objeto de estudio por sus efectos terapéuticos en diversas patologías. La concentración de THC en hojas y cogollos secos puede utilizarse para caracterizar el fenotipo de la planta y definir su efecto psicoactivo. Desde el punto de vista quimiotaxonómico, de hecho, se pueden identificar tres fenotipos de C. sativa: -fenotipo I, con efectos psicotrópicos, con THC>0,5% y CBD<0,5% -fenotipo II, intermedio, con predominio de CBD, pero el THC sigue presente: fenotipo III (cáñamo o cáñamo), con un contenido predominante de CBD y CBG (cannabigerol) y muy bajo en THC.
Sin embargo, existen otros criterios para clasificar la planta. Una de las catalogaciones más recientes (2005) es la basada en los estudios genéticos de Hillig KW, quien en su publicación Genetic evidencia for speciation in Cannabis (Cannabaceae) Genetic Resources and Crop Evolution reporta dos especies distintas: Cannabis sativa y Cannabis indica ( como ya lo había hecho el botánico Lamarck más de dos siglos antes, en 1785), incluyendo en el primero a la tercera especie, el Cannabis ruderalis ruso. Más allá de los criterios botánicos, la clasificación de las subespecies de cannabis ha servido a lo largo del tiempo para identificar los diferentes usos previstos de tipos con diferentes concentraciones de ingredientes activos y, por tanto, orientar a los cultivadores sobre el tipo de planta relevante para el uso previsto. Visualmente, C.sativa – originaria de las regiones ecuatoriales – se distingue por un tallo muy alto (puede alcanzar los 6 m) y hojas delgadas, mientras que C.indica – que evolucionó en el duro clima de Nepal y Afganistán – alcanza alturas más bajas y tiene Hojas más anchas que las sativa. Antes de que se dispusiera de estudios detallados sobre el contenido de principios activos de la subespecie de cannabis, se había observado que el consumo de c.indica iba acompañado de efectos relajantes e hipnoinductores, mientras que c.sativa provocaba efectos eufóricos: esta diferencia parecía deberse a la diferente proporción de cannabinoides presentes en una sola variedad. En realidad, esta distinción ya no es tan clara hoy en día, ya que existen numerosos híbridos en el mercado. C.sativa y C.indica son especies dioicas, es decir, hay una planta masculina y femenina y la polinización se produce mediante el viento; C.ruderalis, en cambio, originaria de Rusia, es una especie monoica, es decir, una planta que porta flores masculinas y femeninas y, por tanto, es capaz de autopolinizarse: por este motivo se suele utilizar para realizar cruces con sativa y la índica y obtener nuevas especies híbridas autoflorecientes con mayores rendimientos. Por este motivo, la diferencia en el contenido de principios activos ya no es tan marcada en comparación con las especies "puras": en el mercado, por tanto, existe una tendencia a sustituir el nombre de la variedad por nombres como "sativa dominante". o "índica dominante", para indicar, basándose en la relación entre THC y CBD, los efectos predominantes esperados. Aún más exacto sería indicar directamente el porcentaje de THC o CBD. Para usos industriales (por ejemplo, industria textil o alimentaria), se seleccionaron variedades de C.sativa con bajo contenido de THC: en 2001 entró en vigor la legislación comunitaria (reglamento CE nº 2860/2000), que fija el 0,2% como máximo Límite de THC para poder cultivar cáñamo legalmente.